Lady Susan y el error by Verónica Mengual

Lady Susan y el error by Verónica Mengual

autor:Verónica Mengual [Mengual, Verónica]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-09-11T00:00:00+00:00


* * *

A la mañana siguiente, casi a punto de alcanzar el mediodía, Lisa y su recién estrenado marido —se acababan de casar hacía unas horas con una dispensa especial, con el mayordomo del duque y con Susan como testigos— ayudaron a la joven a empacar y la despidieron con gran pesar.

El carruaje acababa de partir hacía unos minutos y la buena fortuna sonrió a la duquesa de Stone. Pero ella ya sabía que se los encontraría tarde o temprano. Dos de los hombres que más odiaba en este momento se acercaban directos hacia ella, en compañía de un tercero que ella conocía bien y detestaba profundamente.

—Vaya, vaya, vaya… Mira, querido, qué tenemos aquí… —arrastró sus palabras todo cuanto pudo y más para mostrar su desprecio—. ¡Son los hombres del momento! Y se aparecen impasibles ante nuestros ojos. Diría que es una grata sorpresa… —Chasqueó la lengua—. Pero no me gusta mentir.

El marqués de Ailsa apretó los labios en un fino rictus. El señor Jones tuvo la cautela de permanecer callado también.

—Señorita Summer, está usted… —comenzó a decir el duque de Ashton.

—Duquesa de Stone o excelencia —lo corrigió su esposo, encantado al ver que se avecinaba una descarga de furia. Esos que habían osado ofender a su esposa y su amiga, iban a lamentarlo hasta el fin de sus días.

—Veo que se le han subido los aires rápidamente, pues hace nada era usted una simple institutriz a mi servicio —retomó la palabra Oliver sin hacer alusión al nuevo título de la dama.

—Y antes al servicio del conde de Chesterfield —recordó el marqués.

—¡Cuidado, Ailsa! —tronó Stone.

—¿No es cierto que ella estuvo al servicio de Chesterfield, Stone? —trató de escudarse Patrick Manchester.

—No, Tom, no entres al juego —intervino Lisa antes de que su esposo hiciera una temeridad—. Nunca nada es lo que parece —sentenció ella interesante mirando fijamente a Ashton—. Aquí su buen amigo, el marqués de Ailsa, podría decírselo a ambos. ¿Cierto, Patrick? —se permitió utilizar el nombre de pila de él.

—Cierto, Lisa, pero otras veces sí lo es —correspondió él al atrevimiento de ella usando también su nombre. El marqués también sabía jugar con la gente.

—He dicho que es la duquesa de Stone. Harán bien en recordarlo. Todos ustedes. —La única contención del duque era la mano de su esposa apoyada en su pecho. Si ella lo soltaba, por Lucifer que los enfrentaría a los tres. Daba igual que lo superasen en número y que ese bobo del señor Jones doblase su tamaño. Lo odiaba con todas sus fuerzas por haber herido a la joven que se había ido hecha un mar de lágrimas camino de Irlanda.

—Tranquilo, Tom. —Se colocó delante de él para frenarlo sin quitar la mano en su pecho—. No es necesario que me protejas, aún no. Espera al menos hasta que diga lo que tengo que decir a estos dos… caballeros —se mofó de nuevo y se giró—. Son la peor escoria de todo Londres —escupió la duquesa en su cara—. Son peor que una alimaña.



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